Casa Museo Tomás Morales, el hogar del poeta del océano en Gran Canaria

La Casa-Museo Tomás Morales de Moya es una muestra de la profundidad de la cultura de Gran Canaria.

Hubo un poeta que en lugar de sumergir su pluma en tinta lo hacía directamente en las aguas del mar. Se llamaba Tomás Morales, nació en Moya en 1884 y está considerado como una de las cimas del modernismo en España. Sus poemas tienen un rastro de espuma y salitre porque, como él decía, proceden del Atlántico infinito.

Interior de la Casa Museo Tomás Morales, en Moya. Foto de Gran Canaria Cultura

La Casa-Museo Tomás Morales de Moya ocupa la casa natal del escritor, en pleno centro de una localidad que también parece salida de un poema. De hecho, sus frondosos valles también quedaron reflejados en la poesía de Morales, que construyó una particular Gran Canaria de palabra y rima.

Casa Museo Tomás Morales e Iglesia Ntra. Sra. de La Candelaria, Moya

El museo permite al visitante adentrarse en la intimidad del poeta y ponerse en su lugar. Esto último casi literalmente, porque una de las salas reconstruye su despacho con muebles y objetos originales para traer al presente el lugar y el momento en el que se escribieron algunas de las más bellas composiciones poéticas firmadas en Canarias.

Interior de la Casa Museo Tomás Morales, en Moya. Foto de Gran Canaria Cultura

Ahí están su escritorio, su silla, su abrecartas o la lámpara que iluminó los momentos de inspiración del hombre que sentía que su sangre se renovaba cada vez que sus pasos le llevaban junto al mar, tal y como reflejó en ‘Oda al Atlántico’, ejemplo paradigmático de su legado literario.

El museo es una verdadera casa de la poesía donde se refugian libros, documentos y todo tipo de materiales relacionados tanto con el propio Morales como con la corriente modernista en general. Aquí la última palabra siempre remata un verso.

Casa Museo Tomás Morales

La escapada a Moya la completa el sabor dulce de los bizcochos de Moya, que siguen la tradición de aquellas mujeres que elaboraron la receta original y los horneaban con ramas y leña de eucalipto. En un extremo, colgada de un risco y pendiente por lo tanto de dos cielos, aparece la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, cuyo puntual toque de campanas nos recuerda que es la hora de concluir este relato y abrir un libro de Tomás Morales.