La obra maestra del almendrero en Gran Canaria

Los almendros en flor tiñen de blanco y rosa la cumbre y las medianías de Gran Canaria y llaman a la celebración.

Julián Santana recuerda que había tres o cuatro almendreros en la finca de su abuelo. “Nosotros íbamos y nos comíamos las almendras”, rememora. Con el tiempo, aquella semilla plantada en su memoria germinó, creció y se convirtió en un modo de vida. Hoy, Julián preside la Asociación Almendra de Gran Canaria y asegura que el sector vive un momento de “efervescencia de ánimo”.


Este resplandor alcanza su cénit entre enero y marzo, cuando florecen decenas de miles de almendreros distribuidos por las medianías y cumbres de Gran Canaria. La Asociación Almendra apunta, citando datos del Cabildo, que existen más de 200.000. Cada uno de ellos aporta una pincelada al magnífico lienzo que se extiende durante estas fechas por Tejeda, San Bartolomé de Tirajana, Artenara, Valsequillo, la cabecera del Valle de Agaete, el Barranco de Guayadeque o puntos dispersos de San Mateo o Santa Brígida.

Almendros en flor con el Roque Bentayga al fondo

La Naturaleza esparce durante estas fechas un manto blanco, el color dominante de las delicadas flores del almendrero, matizadas por ligeros tonos rosados, como si cada una de ellas escondiera un alba. Así las pintó en 1890 Vincent van Gogh en su célebre obra ‘Almendro en flor’, donde destaca también el intenso azul del cielo que sirve de fondo.

Paisaje de Almendros en flor en Ayacata, Gran Canaria

Da la sensación de que la Naturaleza sigue año tras año en Gran Canaria el modelo utilizado por el inmortal pintor neerlandés, con la diferencia de que aquí el espectáculo no se acota a un museo, sino que tiene lugar en las vegas, barrancos, montañas escarpes y llanos de la Isla.  Lo hace formando dehesas donde los almendros conviven con escobones, retamas amarillas y tabaibas, casi siempre en el interior o zonas limítrofes de Espacios Naturales Protegidos.

Barranco de Guayadeque con almendros en flor

Julián subraya que el almendro forma parte de la historia de Gran Canaria. Y no le falta razón. Antiguamente, tras el varado, las familias, desde los abuelos a los niños y niñas, se reunían para descascarar las almendras apañadas. Era habitual que la noche les sorprendiera entre charlas, timples, coplas y guitarras. Y rodeados de cáscaras que servirían de combustible.

Recipiente con cáscaras de almendras
Paisaje de Tenteniguada, en Valsequillo de Gran Canaria

Pero el verdadero tesoro se resguarda en el interior. La almendra grancanaria se recolecta entre agosto y septiembre y tiene fama por su calidad y peculiar sabor, con unos matices donde se capta el sustrato volcánico del suelo donde hunden las raíces los árboles y la bondad del clima insular. “A nivel organoléptico, es una de las almendras más ricas del mundo”, asegura Julián. “Hace más de cuarenta años, se mandaban a Inglaterra, donde las valoraban mucho. Todavía hoy hay alguno que nos llama de allá preguntando por ellas”, comenta.

Fruto del Almendro
Almendro en flor

La almendra sigue siendo un símbolo del campo de Gran Canaria y un motivo anual de celebración, mientras se suceden los proyectos para garantizar el presente y el futuro del sector.

Almendros en flor con Roque Nublo al fondo

Se trata de ocasiones excepcionales para acercarse a una cultura que sirve de base a los bienmesabes (azúcar, almendra, yema y canela), mazapanes, garapiñadas o mojos de almendra. Las duras cáscaras se aprovechan también para hacer collares e incluso rosarios. Como curiosidad, los ayuntamientos de San Bartolomé de Tirajana, Tejeda y Valsequillo han vuelto a convocar de manera conjunta el Certamen de Poesía Ruta de Almendro en Flor.

Los almendreros, muchos de ellos centenarios, siguen su vida ajenos a todo, anclados a la tierra bajo su temporal velo blanco, escribiendo sus propios poemas y coloreando nuestros días con su anual obra maestra.