Gran Canaria

Ruta de la Aldea de San Nicolás



 

La Aldea de San Nicolás, es el municipio más lejano de la capital Gran Canaria y según sus propios habitantes, “El gran Desconocido de Gran Canaria”. Hasta el año 2005, fue llamado San Nicolás de Tolentino, desde entonces lo conocemos como “La Aldea de San Nicolás”, aunque los lugareños suelen llamarla simplemente “La Aldea”... 

Podemos acceder a él por tres carreteras diferentes pero en esta ocasión vamos a elegir la del norte de la isla, GC- 200 (Agaete-La Aldea).

Esta carretera por la que transitamos al borde de la isla, nos permite divisar toda la costa noroeste, sentir el vacío de sus acantilados y reconocer, por su abrupta orografía el origen volcánico de nuestro archipiélago.

Balcón de la Aldea Si queremos descansar un poco del camino en coche antes de llegar al municipio, contamos con un mirador, “El Balcón de la Aldea”. Un imponente lugar desde el que podemos disfrutar de la vista panorámica de los acantilados y macizos que alcanzan los 1000 metros sobre el nivel del mar. Con un poco de imaginación, al observar la sucesión de montañas y riscos en dirección oeste podrás imaginar una cola de dragón, forma por la que se caracteriza esta zona costera llamada La Punta de la Aldea. Este saliente es el que más terreno gana al mar, así que se puede observar desde diferentes puntos del oeste gran canario. Hoy en día, pensar en transitar a pie estos riscos impresionantes, para cualquiera de nosotros sería imposible y una gran imprudencia, pero sabemos que durante el siglo XIX y principios del XX muchísimos hombres, mujeres y niños, desafiaban a la naturaleza y exponían sus vidas en los grandes acantilados costeros, de lo que hoy conocemos como La Aldea de San Nicolás. La orchilla es un liquen que crece en los grandes paredones de los riscos que caen al mar, en las zonas costeras de La Aldea y Artenara. Su recolección, fue uno de los trabajos más peligrosos. Se colgaban de los cantiles, garrapateando por los verticales riscos, estrechos pasos y andenes, hasta llegar a los lugares más inaccesibles donde crece el susodicho liquen y así tomar a la montaña unos cuantos kilos y poder venderlos posteriormente como tinte para tejidos. Desde el Mirador del Balcón, en el que nos ubicamos ahora, se pueden observar tramos de la antigua red de senderos que salen desde aquí mismo y se pierden unos pocos metros más adelante en la infranqueable cornisa de precipicios marinos. Bien es sabido que la Punta de La Aldea tiene un poderoso cruce de mareas que hacen que el mar suela estar embravecido y el embate de las olas contra los cantiles sea un auténtico espectáculo. El cielo azul y los rayos del sol iluminando el paisaje suele ser lo habitual, si has tenido suerte, podrás incluir más elementos naturales al cuadro natural que tienes delante, como puede ser “El Teide” en nuestra isla vecina de Tenerife o el Puerto de Las Nieves, en Agaete. Los colores del mar de esta zona de la isla son de gran belleza, se mezclan las tonalidades verdes, azules y turquesas, dando lugar a una gama de colores que varía según la luz. Habiendo descansado y disfrutado de las vistas más vertiginosas de la isla, podemos retomar el recorrido por carretera hasta el Puerto de la Aldea, sólo 9 kilómetros nos separan de allí.

Puerto de la Aldea Antes de llegar al Puerto tenemos las vistas del amplio y poblado Valle de la Aldea cuyo fondo está cubierto de plástico por necesidad de la economía agraria del tomate para la exportación a Europa. Este municipio, con una extensión de 139 km2, está situado al oeste de Gran Canaria, entre el Océano Atlántico a lo largo de 32 km de costa y los municipios colindantes de Artenara, Tejeda y Mogán. Siguiendo las señales de la carretera nos dirigimos a La Playa, una vez a pie de costa, tenemos a la vista, el Puerto de la Aldea donde los pequeños restaurantes sirven unos platos de pescado increíblemente deliciosos. Al sur del puerto se encuentra la Playa de la Aldea de callaos, además de una bonita avenida, que visitaremos más tarde. En este pequeño puerto podemos observar unas pocas embarcaciones de pesca que siguen en activo y salen a faenar. Al ser un puerto poco transitado, las aguas son cristalinas y bañarse en él es un regalo fácil y barato que puede darse cualquier visitante. Aunque hoy sólo dos familias siguen realizando la pesca tradicional y no lo hacen a gran escala, podemos disfrutar de productos del mar de buena calidad en algunos de los bares y restaurantes de la zona. Las viejas fritas son altamente recomendables, los calamares y como no, el escaldón de gofio. Las ensaladas con aguacates y tomates del fértil valle de la Aldea y otros productos frescos suelen ser un buen acompañamiento para el pescado y un plato ligero y energético para continuar nuestra ruta. Desde el Puerto de la Aldea, podemos pasear hasta la playa de piedras desde la que podemos divisar el océano Atlántico. La longitud de esta playa no llega a un kilómetro y su anchura es de 25 metros, su ocupación más alta se produce en los meses de verano y durante la Fiesta más popular del municipio, “La Fiesta del Charco”, el 11 de septiembre.

El Charco Desde la avenida que bordea la playa, al final, si nos ponemos de espaldas al mar podemos localizar “El Charco” que por sus valores patrimoniales, ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC). El Charco, constituye una pequeña laguna que se encuentra ocupando el centro de la desembocadura del Barranco de La Aldea, a escasos metros del mar y con una salida hacia el mismo, del que está separado por un frente de cantos rodados (callaos) marinos. La profundidad habitual del Charco no suele superar los 1,50 metros de altura y el fondo está formado por depósitos sedimentarios y cantos rodados procedentes del arrastre del barranco. El Charco, como el municipio en general, es un agradable lugar para el disfrute de la naturaleza lejos del ajetreo de la ciudad y de las masificaciones. Eso sí, si lo que busca es tranquilidad, tenga en cuenta que este lugar paradisiaco, y poco frecuentado, se transforma, sobretodo, el 11 de septiembre, cuando tiene lugar la Fiesta del Charco. Los orígenes de esta festividad se remontan a los pasados aborígenes, cuando los aldeanos intentaban atrapar a los peces con sus manos, salpicándose con el agua. Existe un tipo de pez endémico de la zona conocido como las lisas, que se deja crecer hasta que llega la festividad. Entonces, cientos de personas descienden al Charco, se lanzan al agua e intentan atrapar el mayor número de peces posible. Si usted piensa participar de la fiesta debe saber que el significado de esta antigua costumbre de pescar en un charco, lanzándose al agua vestido, con gran jolgorio, alegría y con el sentimiento colectivo de transmitirla al futuro, es intrínseca a los Aldeanos. Por eso para ser parte de la fiesta, sólo se requiere respetar la tradición. El Charco, y la fiesta popular asociada a este enclave, se han conformado como una muestra de la pervivencia de prácticas culturales prehispánicas, en concreto de la pesca mediante la técnica del "embarbascado". La misma consistía en el vertido del látex de determinadas plantas, como el cardón o la tabaiba, que produce un efecto sedante en los peces facilitando su captura. Se trata de una técnica de pesca que continuó usándose en diferentes zonas de Gran Canaria, al menos hasta la primera mitad del siglo XX, como así lo atestiguan historiadores como José de Viera y Clavijo, o Victor Grau-Bassas. Así, éste parece ser el origen de la fiesta, que presenta un sustrato prehispánico que da contenido a la celebración pagana. No en vano, en el entorno de El Charco se localiza uno de los asentamientos prehistóricos de mayor entidad de la isla, para el que en el siglo XIX se cita la presencia de más de 800 construcciones (casas, túmulos, goros, etc.) en el lugar hoy conocido como Los Caserones.

Poblado de los Caserones El poblado Los Caserones, ubicado en la desembocadura del Barranco de la Aldea, es uno de los enclaves arqueológicos más importantes de Gran Canaria y un ejemplo paradigmático de modelos de ocupación humana en la etapa prehispánica de la isla. Los investigadores que se acercaron al pasado de la isla durante el siglo XIX hablan de un enorme poblado formado por casas de superficie que, según destacó el antropólogo Grau Bassas constituía una verdadera ‘ciudad’ con un entramado protourbano: El desarrollo rural de esta parte de la isla ha alterado de manera importante el paisaje y, con él, el propio yacimiento arqueológico. A parte de estas estructuras de habitación hay que señalar la presencia de otras estructuras de entre las que destacan los túmulos funerarios localizados en el llamado ‘Lomo de Caserones’. En los años 80 se realizó una excavación de uno de estos túmulos poniendo de manifiesto la ordenación jerárquica de las inhumaciones. El estudio en profundidad de este importante yacimiento localizado junto a la desembocadura del Barranco de La Aldea ayudará a descubrir nuevos detalles de la vida cotidiana de los primeros pobladores de Gran Canaria. Hay que señalar que las dataciones obtenidas en Caserones han arrojado fechas que van desde el siglo II de nuestra era hasta los tiempos inmediatamente anteriores a la conquista (siglo XV), con lo que constituye un magnífico campo de estudio sobre gran parte de la ocupación humana prehispánica de la isla. Y para seguir conociendo este encantador municipio, no hace falta irnos muy lejos. Sin salir del enclave de la Playa en el que estamos situados, podemos disfrutar de agradables sombras en el “Parque Rubén Díaz”, también conocido comúnmente como “El Chozo”

Parque Rubén Díaz Este parque tiene un emplazamiento inigualable, ya que se encuentra a escasos metros de El Charco y del mar (Playa de La Aldea). La peculiaridad de este parque es que está inmerso en un bosquecillo de tarahales, y además cuenta con mesas y asientos que permiten reunir a un gran número de personas para sentarse a comer. Es el lugar de concentración de las parrandas el día en que se celebra la festividad del Charco. En las inmediaciones se encuentra un campo de actividades de ocio en césped artificial, y aparcamientos. Y antes de irnos al casco urbano, hacerle saber una buena noticia para todos en general y más aún para los amantes del buceo.

Micro Área Marina Protegida de El Roque En esta costa que nos encontramos ahora mismo, se ha creado recientemente la micro área marina protegida ( MAMP) de El Roque. La primera micro área marina de España de la Red en contar con un marco jurídico para su protección. Brinda la oportunidad de disfrutar de un paraje recóndito de la isla con una costa prácticamente virgen. El reducido número de habitantes, su llamativa orografía y las ricas corrientes marinas han permitido que exista una elevada diversidad digna de ser visitada. La MAMP de La Aldea destaca por la abundancia de peces y por sus campos de magníficas gorgonias. Roncadores, besuguitos, burritos listados, barracudas y sargos forman bancos sobre los pequeños veriles y cuevas que ofrece el fondo rocoso. En ellas o en los extensos fondos de arena es frecuente ver a grandes animales como chuchos, angelotes y mantelinas. Se trata de un espacio privilegiado para conocer las riquezas submarinas de los fondos de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. La Aldea presenta más de una decena de inmersiones distintas bien conocidas por los buceadores locales, en las que se puede estar entre los 10 m y 23 metros de profundidad. Existen todo tipo de alternativas, desde la cómoda inmersión de Abades, protegida por la Punta de La Aldea a inmersiones profundas y técnicas como la de Punta Arenas. Las ricas aguas y las fuertes corrientes que dan la vida a la micro área deben ser motivo de especial atención por los buceadores. Es recomendable ser un buceador experimentado para adentrarse a bucear en las aguas de la micro área. Para los menos experimentados, la playa de La Aldea ofrece un entorno perfecto para el snorkeling. Esperando esté disfrutando de su visita le recomiendo reservar algunas fuerzas para pasear por el casco antiguo del municipio y conocer de primera mano algunas de sus singularidades. Desde el aparcamiento de la playa, cerca del Parque Rubén Díaz, recorreremos en dirección a La Aldea unos 4 kilómetros, dejando a la derecha a unos 2 kilómetros más o menos el Puesto de La Cruz Roja, continuamos por la carretera hasta el cruce de Mogán, una vez allí podemos aparcar el coche y tomar como punto de salida la oficina de turismo, un antiguo bar que ha sido reconstruido imitando un molino.

Museos Vivos de La Aldea Si está interesado en conocer los oficios tradicionales así como poder ver los utensilios que se empleaban para realizarlos, puede preguntar en esta oficina de Información por los Museos Vivos de La Aldea, una muestra a la que podrá acceder con previa cita. En ella se recrea la vida del siglo XX en el pueblo más aislado de Gran Canaria con sus propios protagonistas como actores y guías en las recreaciones del molino de gofio, la hacienda agrícola, la barbería, la tienda de comestibles, la escuela, etc. Si ya ha hecho las preguntas necesarias para completar la información acerca de las actividades y visitas que puede realizar en este municipio, le ruego continuemos nuestra ruta.

Antiguo Molino Harinero Saliendo de la oficina de turismo, a mano izquierda nos encontramos una construcción de piedra que hace esquina, un antiguo molino harinero totalmente reformado en el que podemos ver la maquinaria y el funcionamiento del molino que se usaba antiguamente para hacer el gofio. Posee un pequeño museo en el que se muestran todos los aperos relacionados con la labranza de los cereales y el proceso de molturación de los mismos. Como dato anecdótico, decirle que se conservan 4 molinos más en el municipio y que la aldea se llamó un día El Valle de los mil molinos. Desde donde nos encontramos, a pie hasta el casco urbano son cinco minutos. El itinerario de esta visita lo hacemos por la calle Real, en la que podemos ver el Centro Municipal de Cultura, el Ayuntamiento, La Casa Balcón y finalmente La Parroquia de San Nicolás.

Parroquia de San Nicolás En la época pre colonial arribaron a la Playa de La Aldea unos frailes mallorquines que construyeron una ermita en honor a San Nicolás de Tolentino, y tras la conquista de la isla por los castellanos, esta ermita se clausuró, construyéndose otra en su lugar, en el interior del valle. Ésta sería nombrada parroquia independiente desde 1783. Nos referimos a la que tenemos delante y que no debemos confundir con la ermita que se encuentra al sur del Charco de La Aldea, junto al Roque y, según las crónicas y la tradición, es la primera construcción levantada por europeos en Canarias. La Ermita de los Mallorquines se encuentra en una cueva que evidencia un uso anterior (época prehispánica) a su hipotética fundación en fechas cercanas al 1340. Dentro de la Parroquia se suelen hacer exposiciones, si quiere entrar y disfrutar de ella le espero aquí. Bien pues como colofón a esta ruta por el municipio de la Aldea visitaremos Cactualdea, y de camino le cuento.

Cactualdea Se trata de un Parque temático de Cactus, el mayor de toda Europa, ubicado en un entorno natural y con una decoración bastante acorde con el mismo y con la comarca. Se pueden ver cientos de especies diferentes de cactus procedentes de todos los rincones del mundo, así como gran número de especies de flora autóctona y endémica. Ya hemos llegado, adelante. Y para despedirnos de la Aldea, le acompañaré a La Cruz del Siglo, un punto estratégico para divisar el valle de la Aldea. Se halla en el mismo veril de la mesa de Las Tabladas.

La Cruz del Siglo El Papa León XIII, recomendó para recibir el nuevo siglo (tránsito del siglo XIX al XX), la colocación de la Cruz del Redentor en las cumbres más altas como símbolo de la cristiandad. La Aldea también cumplió con ella y colocó la Cruz del Siglo en Las Tabladas en 1901. Hasta 1952, Las Tabladas era un cortijo o vuelta de ganado. A partir de los años cincuenta, nace un asentamiento urbano como consecuencia de las explotaciones agrícolas del alto de Las Tabladas. Su crecimiento fue muy rápido y en poco tiempo contaba con otros servicios: pista/carretera, tienda, escuela e iglesia dedicada a la Virgen de Fátima, cuyo festejo se celebraba con entusiasmo en el mes de Mayo. Contemplar un atardecer desde Las Tabladas nos hace comprender porqué fue elegido como lugar para colocar La Cruz del Siglo. Nuestro recorrido por la Aldea ha tocado a su fin. Yo me despido y espero que haya disfrutado de un agradable paseo en mi compañía. No quiero dejar de recomendarle que continúe visitando con nosotros otros rincones de la isla de Gran Canaria. ¡Le sorprenderán! ¡Gracias y hasta pronto!

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