Gran Canaria
Gran Canaria
Gastronomía

Vino de Gran Canaria

Vino de Gran Canaria

De suelos volcánicos, el mejor clima y variedades únicas

El cultivo de la vid para obtener uva de vinificación se introdujo en el archipiélago canario inmediatamente después de la conquista castellana, pues el vino es un elemento esencial en la práctica de los ritos católicos y representa la sangre de Cristo. La religión de los conquistadores era una de las razones, además de las económicas y estratégicas, que esgrimían en su expansión por otros territorios: cristianizar. Fue así como colonos de distintas procedencias se establecieron aquí y trajeron para plantar las cepas de variedades de sus territorios de origen. En Gran Canaria, el cultivo de la vid se extendió por casi toda la isla.

Las variedades más utilizadas entre las tintas son la listán negra (aquí llamada también negra común), la tintilla, la castellana y, más recientemente, la negramoll. En cuanto a las uvas blancas, estarían la listán blanca, la malvasía y la moscatel. Las condiciones de aislamiento por la condición de isla y de archipiélago mantuvieron a salvo de la filoxera a los viñedos canarios. La plaga que arrasó los cultivos del continente europeo no afectó a estas y otras muchas variedades de las Islas, que desaparecieron en sus lugares de origen y constituyen una riqueza genética y varietal única que da más personalidad y originalidad a los vinos canarios.

Los suelos volcánicos y el clima se mostraron, además, especialmente propicios para el cultivo de la vid, aportando uva singular y de calidad a unos vinos que pronto alcanzaron fama en los puertos europeos y americanos a los que se exportaba.

«Al atardecer, al poniente, divisamos Gran Canaria. La dejamos atrás durante la noche sin ver ningún navío, a pesar de que generalmente se topa uno con ellos por esa zona, sobre todo con turcos, que están apostados allí, emboscados para atrapar a los barcos que van a cargar vino». Este relato del francés François Leguat fechado el 22 de octubre de 1690 dice mucho de la importancia de la producción vinícola en la isla y su exportación en fecha temprana.

En esos primeros siglos (XVI, XVII) Gran Canaria exportaba vino que producía en Telde y zonas cercanas (Las Palmas al norte, Agüimes al sur); también abundaba la viña en las vegas de Gáldar y Guía, en el norte. El declive de aquel comercio acabó con la actividad vinícola y las bodegas de la isla, para resurgir con fuerza a principios del XIX en la comarca del Monte Lentiscal, extendiendo viñedos hacia Telde, Santa Brígida y San Mateo, en la zona centro. A finales del siglo XX, sin embargo, se volvía a encontrar al borde de la desaparición, lo que se evitó con una profunda reorganización y modernización de los cultivos y las bodegas, recuperándose la plantación de viñedos en las zonas que la habían perdido y ampliando su presencia hacia el sur de la isla, coincidiendo con la creación de distintas denominaciones de origen en el archipiélago, también en Gran Canaria.

Los vinos de Gran Canaria, de viñedos que se cultivan desde los 200 a los 1.300 metros de altitud y con una amplia gama de elaboraciones, son hoy reconocidos y premiados en el mundo, tanto por su calidad como por su originalidad, y no faltan en la mesa de los mejores restaurantes de la isla.