02/02/2018
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Cultura
El espíritu del Carnaval posee miles de rostros en Gran Canaria y se remonta a una tradición centenaria.
Ana vive en Las Palmas de Gran Canaria. Cada año improvisa un par de disfraces distintos. Pero hay uno que se repite edición tras edición de los carnavales. Ana sale a la calle en plenas fiestas con su pijama, unas zapatillas de andar por casa, un adorable osito de peluche de gastado color azul y una taza de la que cuelgan el hilo y la etiqueta de una infusión de manzanilla. Y esto, señores y señoras, forma parte indisoluble del llamado espíritu del carnaval, especialmente inquieto y revoltoso en la isla de Gran Canaria.