Diez secretos de la playa de Maspalomas

¿Ya lo sabes todo sobre Maspalomas? Maspalomas es mucho más que una playa. Las arenas de este paraíso al sur de Gran Canaria esconden múltiples historias y curiosidades.

1. Agua y leña para Colón: El 24 de mayo de 1502, en su cuarto viaje América, el descubridor Cristóbal Colón hizo una escala en Maspalomas para recoger agua salobre y leña de tarajal, perfecta para hacer fuego. Colón llegó al mando de cuatro embarcaciones –la carabela Santa María y las naos Gallega, Santiago y La Vizcaína- y se encontró con la imagen paradisíaca de las Dunas, la Charca y el Palmeral.

Charca y Playa de Maspalomas

2. La primera luz del Faro. La luz del Faro de Maspalomas, de 55 metros de altura, se encendió por primera vez en el año 1890. La obra fue proyectada por el ingeniero local Juan de León y Castillo y es una de las obras civiles más destacadas de Gran Canaria. 

Imagen nocturna del Faro de Maspalomas
Playa y Faro de Maspalomas

3. Los ‘turistas del aire’. La Charca de Maspalomas acoge a múltiples tipos de aves migratorias, en especial en invierno, cuando el clima de la zona la convierte en un refugio perfecto. Entre ellas destacan los zarapitos trinadores, las elegantes garcetas comunes, los correlimos y vuelvepiedras o los chorlitejos patinegros. Maspalomas tiene alas. 

4. En la cresta de las Dunas. Más allá de las aves de paso, destaca la presencia de la abubilla, un tipo de ave reconocible por su llamativa cresta. Es una especie propia de las zonas desérticas y, con paciencia y algo de suerte, es posible verla volando o incluso enterrando su pico en la arena para alimentarse de invertebrados.

Dunas de Maspalomas

5. El gigante del Sur. Las Dunas de Maspalomas conforman uno de los espacios naturales donde se puede encontrar al lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini). Puede alcanzar hasta los ochenta centímetros de longitud, pero no hay nada que temer: es tan endémico y exclusivo como inofensivo.

6. Menú prehistórico. Los aborígenes que vivían en los asentamientos próximos a Maspalomas se nutrían, según los historiadores, de la pesca y el marisqueo y del cultivo de cereales.

7. Así nace una montaña móvil. Subir y bajar las Dunas y contemplar cómo juegan con ellas la luz y el viento es uno de los grandes atractivos de Maspalomas. Pero, ¿cómo se forma una duna? La respuesta la tiene el balancón, un arbusto que actúa como obstáculo y da origen a verdaderas montañas móviles de hasta veinte metros de altura. Los vientos alisios hacen el resto empujando la arena tierra adentro.

Dunas de Maspalomas

8. El último y cálido abrazo. Y ahora, un secreto que no está en ninguna enciclopedia y que hay que descubrir visitando la playa de Maspalomas y el campo de Dunas. Al atardecer, cuando ya el sol se hunde en el horizonte, el calor se mantiene vivo en las dunas, que actúan como verdaderos acumuladores. Es el momento de sumergir las manos y los pies en la arena y sentir la calidez del día cuando ya casi es de noche.

Imagen de atardecer en Faro de Maspalomas

9. Un espectáculo cercano. La playa de Maspalomas se disfruta centímetro a centímetro y segundo a segundo, desde la mañana a la noche. El Atlántico es el gran protagonista. Pero merece la pena no perderse el espectáculo que origina la luz a nuestra espalda, en los abruptos barrancos del municipio de San Bartolomé de Tirajana, sobre todo el atardecer. 

Fataga, San Bartolomé de Tirajana

10. La penúltima vez. Otro secreto que conviene tener en cuenta y que ha comprobado cualquiera que haya grabado sus huellas sobre la arena de Maspalomas: no será la última vez. Las huellas serán borradas por la marea, pero el recuerdo permanece, indeleble, como el pensamiento de regresar lo antes posible a este paraíso de montañas móviles e historias centenarias.

Una chica deja un mensaje escrito en la orilla de la Playa de Maspalomas