Hotel Santa Catalina, la leyenda sigue escribiéndose

La renovación del emblemático hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria abre una nueva página en su historia.

Gregory Peck se refugiaba entre sus muros tras encarnar al Capitán Ahab en las sesiones de rodaje de ‘Moby Dick’ en la playa de Las Canteras, bajo el ojo de halcón del director John Huston. Las estancias del establecimiento también conservan en su centenaria memoria el humo que desprendían los puros del estadista Winston Churchill, el eco de la voz de la soprano María Callas, la mirada infinita de Ava Gardner y los aires soñadores y algo despistados de Agatha Christie, probablemente porque en su cabeza siempre bullía una novela de misterio, incluso en sus días atlánticos en Las Palmas de Gran Canaria. 

Hotel Santa Catalina

Esta nómina de personajes ilustres en la que también figuran el Príncipe Carlos de Inglaterra, varios primeros ministros y múltiples, artistas, deportistas y celebridades de talla internacional tiene algo en común. Todos y todas se alojaron en el mismo establecimiento hotelero de lujo, un punto de encuentro de la alta sociedad de Gran Canaria, epicentro cultural y símbolo del refinamiento que ha abierto de nuevo sus puertas bajo la denominación de Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel.

Hotel Santa Catalina

En cierto modo, entrar ahora en el edificio supone viajar a otra época y trasladarse al esplendor y la excelencia de un hotel clásico, aunque con la ventaja de poder disfrutar al mismo tiempo de unas instalaciones absolutamente renovadas y dotadas de los adelantos de un hotel de última generación. De hecho, la intención del Barceló Hotel Group es preservar el patrimonio y compartir la historia de un lugar que forma parte indisoluble del devenir de la ciudad y de la isla Gran Canaria en su conjunto.

Hotel Santa Catalina

El hotel navega por lo tanto entre dos aguas, en una confluencia de corrientes antiguas y modernas donde ha primado no obstante la conservación y rehabilitación de los elementos y espacios más icónicos. Una muestra de ello se encuentra en el emblemático Patio de las Tortugas, uno de los espectaculares jardines que ‘abrazan’ el salón principal del hotel y donde la clientela puede disfrutar de un área de relajación en un apacible retiro natural.

Hotel Santa Catalina

Inaugurado en 1890 en base a un proyecto original del arquitecto escocés James MacLaren, el hotel ha formado desde entonces parte de una larga tradición turística en la capital grancanaria. No solo es el hotel más antiguo de Las Palmas de Gran Canaria sino de todo Canarias. Gracias a su privilegiada ubicación en la zona residencial Ciudad Jardín, en el mismo centro del Parque Doramas, se convirtió en un punto de referencia para viajeros y viajeras de todo el mundo, especialmente a finales de los años 50 y los 60.

Parque Doramas
Parque Doramas
Parque Doramas

El establecimiento fue adquirido por el Ayuntamiento en el año 1923 y, en 1951 se inauguró el nuevo edificio diseñado por el reconocido arquitecto grancanario Miguel Martín-Fernández de la Torre, cuyo sello se conserva hasta la fecha. Actualmente, forma parte del Patrimonio Arquitectónico y Cultural de la capital canaria y se erige orgulloso como uno de los ejemplos más significativos del movimiento arquitectónico regionalista del siglo XX.

Además, Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel, mantiene viva su historia gracias a un proyecto de restauración de las obras de arte que albergan algunas de sus estancias más significativas. El proceso de rehabilitación ha incluido el tratamiento de lienzos del siglo XIX y murales realizados en la década de los cincuenta del pasado siglo. Timoneado por Beatriz Galán, restauradora de obras de arte y experta en conservación preventiva, este proyecto se planteó para abarcar la restauración de obras de distintos espacios del hotel como el Bar Carabela, el Salón Arencibia o el Salón Miguel Martín-Fernández de la Torre, en honor al reconocido arquitecto canario que convirtió el hotel en el icono de lujo que es actualmente.

Hotel Santa Catalina

La mayoría de las obras están firmadas por uno de los grandes pintores muralistas de Canarias, Jesús Arencibia. Su nombre se suma al de otros grandes maestros del archipiélago que dejaron su huella en él, tales como Manuel Martín González, considerado uno de los mejores paisajistas del siglo XX, y Santiago Santana, el último exponente vivo del estilo indigenista canario y reconocido como hijo adoptivo de la capital de Gran Canaria.

El hotel rinde homenaje a sus raíces canarias con un espectacular conjunto de piezas murales, obra del reconocido pintor canario Fernando Álamo, Premio Canarias de las Bellas Artes 2014. Las obras del artista contemporáneo sirven de transición entre la parte clásica e histórica del hotel y la nueva terraza cubierta que se abre al Parque Doramas.

Hotel Santa Catalina

Su oferta gastronómica de alta cocina forma ya parte de la leyenda del hotel. Con un nombre inspirado en el proyecto pictórico ‘Poema de los Elementos’, del gran artista grancanario Néstor Martín-Fernández de la Torre, nace el nuevo restaurante Poemas by Hermanos Padrón.

Juan Carlos y Jonathan Padrón, únicos chefs de origen canario con estrella Michelin y dos soles Repsol, han logrado trasladar la esencia de algunos de los cuadros más famosos del artista a creaciones gastronómicas que no solo destacan por su sabor sino por su atractiva presentación. Poemas by Hermanos Padrón profundiza en las combinaciones que vinculan el arte con la cocina, apostando por una fusión de ingredientes internacionales y canarios procedentes del mar, la tierra y la naturaleza, creando obras de arte para el paladar.

Hotel Santa Catalina

Por otro lado, el diseñador canario Pedro Palmas ha sido el encargado de confeccionar trece diseños exclusivos para el personal del hotel. Cada una de las creaciones, realizadas en lana y a medida para cada uno de los empleados, es fruto de una cuidadosa observación de la arquitectura del hotel, su reconocible decoración y su clara influencia británica. Destaca el uso del tartán, las tonalidades rojas, el burdeos, el caramelo y el azul marino, colores que evocan a la tradición británica y hacen un guiño al arquitecto escocés James MacLaren. Y así es como se viste un hotel nacido para la eternidad.