El Molino Quemado, un viaje a la tradición molinera de Gran Canaria
El nuevo Centro de Interpretación del Cereal de Mogán cuenta también con oferta gastronómica, cantoneras, plantaciones y paneles explicativos.
Hay edificaciones que determinan la impronta de un paisaje. El Molino Quemado de Mogán es una de esas referencias que siempre hacen detener la mirada por su imponente presencia y su belleza. Por suerte, ahora no solo podemos mirarlo sino también entrar y visitarlo por dentro, aventurándonos en un viaje que nos lleva a la tradición molinera de la isla. No solo encontramos en paneles explicativos todas las características de este molino del siglo XIX que marcó la vida agrícola y económica de Mogán y su entorno, sino que también podemos conocer los distintos tipos de molinos que había, los cereales que se llevaban a la molienda y el funcionamiento de una maquinaria de la que dependía la vida de los habitantes de Gran Canaria.

Es fácil y cómodo llegar al lugar en el que está el Molino, convertido ahora en un Centro de Interpretación del Cereal. Lo encontramos en la carretera que une el Puerto de Mogán con el municipio, en la zona denominada justamente Molino de Viento, y cuenta con amplios aparcamientos cuando uno lo encuentra poco antes de llegar al casco urbano moganero. Una vez aparcas, también se ha habilitado un semáforo que permite cruzar la carretera sin peligro alguno.









En todo momento, nos encontramos las imponentes aspas del molino, pero también accedemos a una cafetería perfectamente ubicada en el enclave turístico en la que podemos disfrutar de vinos, quesos, aceitunas y toda clase de productos gastronómicos de Gran Canaria. Hay que destacar el decorado, la presentación de los productos y el cuidado de cada detalle de este rincón gastronómico que contribuye a que la visita sea aún más interesante. Pero ese interés no solo lo encontramos en el interior del molino, en donde podemos subir a las tres plantas y conocer cada uno de sus elementos y todo el mecanismo de funcionamiento. A su alrededor también se han plantado piñas de millo y se ha recreado una era circular de piedra, así como una pequeña cantonera de reparto del agua en la que su refrescante sonido nos acompaña a medida que recorremos el entorno situado junto a un paisaje rodeado de montañas y riscales. Igualmente, los paneles explicativos nos acercan a la cultura del agua, la agricultura y las construcciones en la zona y cómo era el proceso del cereal desde su plantación hasta acabar en la escudilla.




Pero Molino Quemado tiene también otros atractivos no menos sugerentes para organizar una visita. Desde su aparcamiento salen algunas de las rutas senderistas más reconocidas de la zona de Mogán. Podemos subir caminando por el barranco de Mogán y llegar al casco urbano en muy poco tiempo, o seguir ese camino y continuar hasta el pueblo de Veneguera y regresar luego en una ruta que nos llevaría unas cinco horas para ir y volver, o bien podemos subir hasta los Llanos del Guirre y, Degollada de Las Lapas arriba, proseguir hasta la montaña de Tauro, y luego regresar al aparcamiento en unas siete horas. Esta última caminata es empinada y un poco más exigente, pero sus extraordinarias vistas merecen la pena. Todas las rutas están perfectamente señalizadas con sus topónimos en un panel indicativo situado justo en frente del monumento etnográfico que ha abierto sus puertas el pasado mes de febrero.

Por tanto, en Molino Quemado podemos encontrar muchas otras actividades complementarias que hacen aún más interesante la visita, con la posibilidad incluso de tomar un refrigerio con tapas que preparan en la cafetería del Museo a la vuelta de la aventura senderista. Pero lo mejor es poder visitar, y admirar desde dentro, y desde debajo de sus aspas un molino, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de sitio etnológico, que es, sin duda, una de las grandes referencias paisajísticas de la isla de Gran Canaria.
Los comentarios están desactivados para este artículo.