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Blog Oficial de Turismo de Gran Canaria

Mirador de Unamuno, Artenara

Artenara, punto y seguido en la eternidad

Artenara, en la Cumbre de Gran Canaria, mantiene viva una tradición única ligada al corazón mismo de la roca volcánica y de una pureza cada vez más difícil de encontrar.

El pintor Miró Mainou buscaba la verdad en la luz. Quizás por eso mismo decidió anclar su nave durante más de una década en Artenara, donde la vida se dibuja a diario sobre un lienzo de calmas y transparencias, el escenario de costumbre en un pueblo que habita en la frontera entre el abismo de una colosal cuenca volcánica y las puertas del cielo. Aquí, por lo tanto, se iluminaron los pinceles de Mainou, Premio Canarias de Bellas Artes, que retrató con claros y sombras la esencia de un paisaje en obras como ‘Cumbre’. Hoy en día, un mural realizado por alumnos y alumnas de la Escuela de Arte Superior y de Diseño de Gran Canaria recrea la obra en la fachada de la casa en la que vivió el artista entre 1977 y 1989.


Atardecer desde el Parador Cruz de Tejeda

Lecciones de vida en la Cruz de Tejeda

La Cruz de Tejeda, en Gran Canaria, es un epicentro geográfico e histórico donde se escucha la voz interior de la isla.

“Hay que ponerle buena cara a la vida”. Manuel Ortega nació en el seno de una familia que se ganaba el sustento cultivando la tierra, cuidando de un breve ganado de ovejas, cabras y alguna vaca y trabajando en galerías de agua de la cumbre de Gran Canaria. Y quizás por ello su conversación fluye como un manantial. “Yo gozo hablando con la gente”, reconoce Manuel mientras acaricia el lomo de su noble y cuadrúpedo compañero, Bartolo, un burro introvertido y manso cuyo trabajo es pasear a quien quiera por el entorno de la Cruz de Tejeda, un cruce de caminos y epicentro geográfico, turístico, histórico y en cierto modo sentimental de la isla situado por encima de los mil quinientos metros de altura que se asoma a una asombrosa cuenca volcánica.


Valleseco

El tiempo se detiene en Valleseco

Valleseco, en el corazón verde de Gran Canaria, envuelve al visitante en un manto de naturaleza, tradiciones y sabores.

Valleseco se despereza al alba y se arrulla en la noche con un rumor de aguas. Los lavaderos, los vestigios de viejos molinos, las galerías y las acequias componen un espejo donde se mira y se reconoce un municipio que despliega cada mañana un inmenso muestrario natural donde se puede comprobar que existe una cantidad aparentemente infinita de tonalidades del color verde.


Barranco de Los Cernícalos

Los Cernícalos, camina con el agua

El Barranco de los Cernícalos, en Gran Canaria, te adentra en el lado más natural y misterioso de la isla.

Presta mucha atención, porque estamos a punto de entrar en uno de esos parajes que nos hacen sentir que vagamos por un mundo perdido que, sin embargo, está mucho más cerca de lo que pensamos. Sí, escucha y mira atentamente, porque cada piedra, cada planta y cada trino de pájaro tienen una historia que contar. Caminar por el Barranco de los Cernícalos, en la vertiente este de Gran Canaria, nos adentra en el lado más natural de la isla y nos sitúa, cara a cara, frente a su rostro más ancestral y salvaje.


Retama blanca en el Barranco de San Miguel

Magia blanca en Gran Canaria

La floración invernal de la retama blanca canaria supone uno de los grandes ‘trucos’ de la naturaleza en Gran Canaria.

Alguien parece haber tendido un manto blanco que cubre durante el invierno barrancos y laderas de Gran Canaria. La misteriosa escarcha es sin embargo el resultado del espectáculo que regala durante la estación la floración de la retama blanca canaria, un arbusto de hasta tres metros de alto cuyas aromáticas flores son las protagonistas indiscutibles de esta función invernal que se representa en múltiples escenarios naturales de la isla con entrada libre y gratuita.