Los Charcones en Gran Canaria: palabras de mar

La zona de Bañaderos, en el norte de Gran Canaria, se encuentra a una enorme distancia de las prisas del día a día.

“¡Mira, ya se han puesto contentos!”. El niño se refiere a los peces que se alimentan de las migas de pan que acaba de lanzar al agua y que han desaparecido en apenas segundos. Lo único que se ve ahora bajo el transparente lienzo marino es a un grupo de cabosos, lisas y demás pececillos expectantes. Pero el muchacho ya ha regresado con sus padres, que se olvidan del reloj en el amplio solárium de más de dos mil metros cuadrados que se extiende al borde de las piscinas naturales Los Charcones, en Arucas, en la asombrosa costa norte de Gran Canaria.

Varias personas disfrutan del día en las piscinas naturales Los Charcones, en Arucas

Este rincón costero está cerca y está lejos. Es un enclave relativamente escondido, aunque se accede fácilmente desde la autovía GC-2, la carretera del Norte. Pero está muy apartado del estrés y de las prisas diarias, que aquí se disuelven en el océano hasta hacerse tan invisibles como la propia sal marina.

La grandeza de la zona se encuentra en los detalles que se distribuyen a lo largo de las tres áreas de baño protegidas de la bravura del mar, aunque son constantemente renovadas por las mareas. Una de las piscinas está especialmente diseñada para los niños y niñas, con poca profundidad y un mullido acceso arenoso.

Es un lugar donde los humanos pueden observar la naturaleza. Aunque también son observados… O eso parece. Hagamos una prueba. Si se da la vuelta con sigilo quizás pueda ver a un cangrejo, rojo como el fuego, antes de que se escabulla bajo la roca más cercana, tan rápidamente que le quedará la duda de si realmente ha visto algo o se ha tratado de una ensoñación.

Día de playa en las piscinas naturales Los Charcones, Arucas

El tiempo pasa despacio, con la misma calma con la que la gente deambula por el paseo o degusta pescado fresco en alguno de los restaurantes de la zona. En la parte más alejada de la costa, donde rompe el mar, los pescadores hacen gala de maña y paciencia. Regresan con peces, con pulpos y a veces sin nada.

Caminando hacia el este se encuentra la playa de Bañaderos, una pequeña conquista de la arena en este reino de piedra volcánica. Si se sigue andando en esa dirección, se descubren lugares donde el océano vocifera, como si quisiera transmitirnos un mensaje profundo que no somos capaces de entender del todo. Por eso lo repite día tras día con palabras de espuma y salitre. Habrá que regresar a este escenario colosal y teatral, hasta que seamos capaces de comprender su significado.