Debido a la amplia extensión de este municipio grancanario, recomiendo que la visita histórica, que durará aproximadamente unas dos horas y media, la hagamos en tres partes: la primera parada será en la zona conocida como Monte Lentiscal, lugar vitivinícola de la isla por excelencia, cuyos caldos fueron conocidos y degustados años ha en los hogares europeos de la época. En segundo lugar, siguiendo por la carretera del centro, nos dirigiremos al cercano barrio de La Atalaya, donde gran parte de sus habitantes siguen viviendo en las casas cueva que ocuparon hace cientos de años los aborígenes canarios, aunque ahora están lógicamente reformadas con las comodidades propias del mundo moderno. La tercera parte de esta visita histórica será ya en el propio casco histórico de Santa Brígida, núcleo central de la villa y zona completamente integrada en la vida diaria del pueblo.
Durante años fue Santa Brígida un municipio eminentemente agrícola, con la uva, la papa y la naranja como grandes especialidades. Hoy, Santa Brígida mantiene ese carácter rural, pero combinado con el influjo de nuevos habitantes procedentes de la ciudad, quienes han visto en esta hermosa villa el lugar ideal para vivir con tranquilidad sin renunciar a la cercanía de la urbe…
Monte Lentiscal
Viniendo de Las Palmas de Gran Canaria por la autovía que conduce al centro de la isla, y tras pasar Tafira, nos encontramos con el Monte Lentiscal. Fue en esta zona donde los habitantes de Gran Canaria lograron frenar valerosamente el avance del almirante holandés Van der Does, quien con su armada compuesta por diez mil hombres tomó y saqueó la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en 1599. La Cruz del Inglés, que sirve de linde entre los municipios de Santa Brígida y Las Palmas de Gran Canaria, rememora el que fuera el episodio bélico más importante de la isla desde la conquista castellana. A la falda de la imponente Caldera de Bandama -monumento natural de visita obligada y de fácil acceso con vehículo particular- las vides y los antiguos lagares muestran la tradición vitivinícola del municipio. Le recomiendo que se dirija en vehículo hacia el Pico de Bandama y disfrute con calma de las espectaculares vistas que este espacio protegido le regala mientras asciende. Una vez alcanzada la cima del Pico, le aseguro que las vistas a la capital, este y centro de Gran Canaria no le dejarán indiferente.
Tanto la caldera como el pico de Bandama constituyen dos unidades naturales de gran singularidad e interés científico. El cono es además un elemento destacado del paisaje, visible desde gran distancia y con una magnífica panorámica desde su vértice; la caldera es de perfecta estructura lo cual la convierte en una de las más bellas de Canarias. Además, dentro de la caldera existen grabados realizados por antiguos pobladores de la isla. Tomese su tiempo aquí que nos volvemos a encontrar en la Atalaya de Santa Brígida, segunda parte de nuestro recorrido.
Para llegar a La Atalaya, tomaremos la desviación de la izquierda en la carretera del centro, a unos cinco minutos en coche del Monte Lentiscal y dirección Santa Brígida.
La Atalaya de Santa Brígida
El barrio de La Atalaya esconde un tesoro que se ha mantenido casi intacto desde la época prehispánica: la producción de cerámica canaria, herencia directa de los antiguos pobladores de las islas, que aún hoy cuecen los alfareros en los hornos talayeros. De hecho, existen en la zona dos hornos tradicionales de cerámica que siguen en funcionamiento.
Acompáñenme en La Atalaya, bajando la calle que viene de la ermita, a la casa museo de Panchito. Se trata de una casa cueva con los elementos del taller de alfarería de un conocido ceramista del siglo pasado, que muestra con profusión de detalles tanto el proceso creativo como el producto final de este arte tradicional. Hoy en día, en La Atalaya se pueden observar y adquirir los mejores ejemplos actuales de alfarería de tipo aborigen de toda Gran Canaria.
Como aborígenes eran los excavadores y constructores de las actuales viviendas de este curioso barrio. Recorramos sus calles y fijémonos bien: sus casas-cueva llevan protegiendo a los talayeros de las inclemencias del tiempo desde hace cientos de años. Al menos, desde antes de 1483, fecha en la que finalizó la conquista de Gran Canaria.
Y ahora después de esta parada en el tiempo para descubrir parte del legado de los antiguos pobladores de Gran Canaria, le invito a que continuemos juntos con la tercera parte de nuestro recorrido. Iniciemos un recorrido por la hermosa Villa de Santa Brígida, a la que se accede por la carretera del centro que conduce a las cumbres de la isla. Como no es urbe de grandes dimensiones, la recomendación que les hago si han venido en vehículo particular es que aparquen el coche en las zonas habilitadas para tal fin y que disfruten de la compañía de mi voz durante su paseo por el pueblo.
Casco Histórico de Santa Brígida
Recorriendo sus tranquilas callejas veremos vestigios de arquitectura utilitarista agrícola y casas tradicionales de gran belleza y excelente estado de conservación. Asomándonos al muro de la plaza de la iglesia, nos sobrecogerá el fantástico paisaje de la vega agrícola, protegida desde lo alto por los vigilantes picos de las cumbres de Gran Canaria.
Calle Real y calle de En Medio
Permítanme que iniciemos esta tercera parte de la travesía recorriendo la Calle Real, hasta hace muy poco vocera de la historia reciente de España, pues se la conocía como calle General Franco. La gran mayoría de las calles de la villa fueron rebautizadas décadas atrás con los nombres de las personalidades destacadas en el bando nacional durante la Guerra Civil española y se les ha devuelto el nombre original hace escasas fechas. La Calle Real comienza a la derecha de la carretera general que nos ha conducido hasta el pueblo. El edificio de la Heredad de Aguas, que alberga el reloj municipal y que refleja la gran actividad agrícola que tuvo la zona en su día, da comienzo a esta calle. Por ella llegaremos directamente a la Plaza de la Iglesia y al núcleo del casco histórico, que se encuentra a pocos metros. Pero algo antes de llegar a la plaza se encuentra la Calle de En Medio, jalonada de construcciones de arquitectura canaria tradicional, y que todavía conserva el antiguo empedrado de la vía. En esta zona vivió el insigne poeta Pedro Lezcano, premio Canarias de Literatura 1989 y una de las voces más importantes de la poesía social española de la segunda mitad del S.XX. El breve recorrido por la pequeña calleja de En Medio y sus aledañas desemboca también en la plaza de la iglesia y recorre gran parte del casco histórico, por lo que recomiendo encarecidamente que tomen por ella y disfruten de su singular y tranquila belleza.
Plaza de la Iglesia e Iglesia Parroquial de Santa Brígida
Una vez en la plaza, abstráiganse de las magníficas vistas que nos ofrece el mirador ubicado al fondo y miren hacia atrás. La fachada neogótica de la Iglesia Parroquial se alza imponente gobernando la zona. En el templo se conserva una magnífica talla de un Cristo, obra del conocido imaginero canario José Luján Pérez, que sorprende por su cuidado realismo. En su interior podemos apreciar también parte de la antigua ermita que se fundó en 1522 y que fue destruida por un incendio en 1897. El incendio acabó no sólo con el templo, sino que también destruyó importantes esculturas de Luján Pérez, como la imagen de San José, del Cristo Crucificado y de San Juan Evangelista, que nunca se pudieron recuperar. Lo que sí sobrevivió al incendio fue el archivo histórico municipal, de enorme importancia historiográfica para los estudiosos de la sociedad grancanaria de antaño.
Tras recorrer las tranquilas calles de la Villa, recomiendo que hagan una pequeña parada a la salida del núcleo urbano para disfrutar de las bondades que ofrece La Casa del Vino. ¿Me acompaña?
Casa del Vino
Si son amantes de los buenos caldos, en este hermoso edificio histórico recientemente rehabilitado encontrarán la oportunidad de realizar degustaciones de todas las variedades vinícolas que ofrece Gran Canaria, además de apreciar la imponente belleza de los alrededores. Su sala de exposiciones muestra la historia de los vinos de la isla, por lo que ha acabado por convertirse en un auténtico museo del vino de toda Gran Canaria.
Yo me despido y espero que haya disfrutado de un agradable paseo en mi compañía. No quiero dejar de recomendarle que continúe visitando con nosotros otros rincones de la isla de Gran Canaria. ¡Le sorprenderán!