Ir al principio

Blog Oficial de Turismo de Gran Canaria

Ovejas al amanecer, en Acusa (Artenara), con Roque Bentayga y Roque Nublo

El sabor de Gran Canaria está a tu alcance

La compra de productos de kilómetro cero son una apuesta por un modo de vida, la conservación del paisaje, la salud y la sostenibilidad.

Las raíces del futuro se encuentran a veces en el pasado. Lo saben bien las personas que se levantan cada mañana en las medianías y cumbres de Gran Canaria para cuidar sus tierras de cultivo. También aquellas que miman al ganado para que la leche y los quesos tengan el sabor inconfundible de la cercanía, es decir, de lo que surge del paisaje que nos rodea.


La Fortaleza, Santa Lucía

La Fortaleza, el silencio de la piedra madre de Gran Canaria

La roca escuchó un rumor de gentes. En sus rostros reinaba una confusión de esperanzas, miedos, arrojo e incertidumbre. Acogió a aquellas personas en su seno de roca y las protegió todo lo que pudo, durante milenios, como haría una madre. Así fue como la antigua población de Gran Canaria encontró cobijo en lugares tan asombrosos como La Fortaleza y logró desarrollar una cultura única en pleno Océano Atlántico.


Dunas de Maspalomas

El timple pone el mundo en tus manos

El instrumento es parte de la identidad de Canarias y un ejemplo de universalidad encarnada en músicos como German López, timplista de Gran Canaria.

La grandeza se encuentra a veces en las cosas más pequeñas. El músico Germán López lo descubrió bien pronto, con apenas cinco años. Quería tocar la guitarra, pero sus dedos apenas alcanzaban las cuerdas, así que un profesor sugirió que empezara por el timple. El descubrimiento de las posibilidades infinitas de aquel instrumento de apariencia humilde convirtió lo que iba a ser una solución transitoria en una pasión para toda la vida.


Atardecer en el Roque Nublo

Luces y susurros en las alturas de Gran Canaria

Habito en esta cima desde hace millones de años. Lo sé porque llevo la cuenta de los soles y las lunas. Soy hijo del tiempo y de un viejo volcán que ya no está. El viento, el sol, la lluvia y el paso de los días me han convertido en lo que soy: el príncipe y vigía de un reino de piedra. Pero no estoy solo. Los pinares y rocas que me acompañan en estas alturas dan cobijo a seres que parecen hechos con esa misma luz que empieza a retirar su velo. Por eso aquí los lagartos son de oro, esmeralda y zafiro.